Ambigüedad Histriónica

Museo de Arte Moderno de Bogotá

10/2006

La primera cinematografía, aquella que “escribía el movimiento” parece ya lejana.  Objeto de institucionalización y especialización a ultranza, el ejercicio de dicha tradición fílmica supone generalmente un fetichismo de la técnica o una mentalidad rentabilista.  En lo que concierne nuestra experiencia, la verdad nunca pensamos en lentes o en luminotecnia, ni tampoco invocamos al espíritu de lucro.  Los actores tampoco son actores, ni el director director, etc. La escritura del movimiento no era tan importante como el juego de espejos entre las pantallas grandes y las pantallas chicas. 

Finalmente no es tan sorprendente que los hijos de la televisión la pantalla imiten, ni que resulten autores o actores en el teatro de la vida.  Así, este cine del que hablamos oculta su discurso disciplinario en favor de una forma menos marchita: de repente, hacer cine es como hacer música, que es como pintar o escribir.  De manera general, actuaciones y filmaciones ambiguas son a nuestros ojos practicas socio-culturales (al mismo título que la cocina) y como tales dialogan con conjuntos más vastos de bienes simbólicos y cuentan la historia de su hechura.  Al artista amateur le gusta capturar imágenes y es sensible al esfuerzo en conseguirlas.  Al artista amateur le gusta hacer películas sin decir “luces, cámara y acción”.  Preámbulos, protocolos y desperdicios se ven reducidos a sus mínimos estrictos.  Las vacas flacas nos llevaron a encararlo todo desde una perspectiva económica del signo.  La anorexia es el hastío. Cansancio del realismo, cansancio de lo preciso: ambigüedad histriónica, histriónica ambigüedad.