(Bucaramanga, Bogotá 2003-2006)
La historia cuenta que América Latina -a falta de vitrales- fue evangelizada con estampas y estatuillas; domesticada después por caudillos y telenovelas. Sabemos más que bien que adorar, adornar y venerar ciertos ídolos (y no otros) hace parte de hábitos culturales fuertemente arraigados. A ese apego manifiesto por las imágenes responde tal vez el artista, quien, al margen de su educación católica y catódica del siglo pasado, opera sus montajes sobre el lienzo o en la pantalla, consagrando así el remake, el pastiche y la parodia con aquel misterio que merece toda iconografía.